Ríos de Chocolate
Cuando la lluvia despierta a la tierra.
6/9/20253 min read


Cada año, cuando el cielo comienza a oscurecerse con las primeras nubes de la temporada de lluvias y el viento trae ese aroma inconfundible a humedad, los habitante de Putla Villa de Guerrero, sabemos que algo especial está por suceder. No se trata solo de una lluvia cualquiera. Es el inicio de un nuevo ciclo, de una renovación que se manifiesta con fuerza en sus paisajes, su vegetación... y, sobre todo, en sus hermosos ríos.
Durante los largos meses de sequía, muchos de los ríos que atraviesan nuestra comunidad descansan en silencio. Sus cauces quedan practicamente secos o apenas conservan hilos de agua tímidos, casi imperceptibles. La tierra se endurece, los árboles resisten y el pueblo espra. Espera esa señal inconfundible que marca el despertar de la naturaleza: la primera gran lluvia.
Y cuando finalmente cae, la transformación es casi inmediata. El agua vuelve a correr con fuerza por los cauces, arrastrando ramas, hojas, piedras y sobre todo, tierra suelta acumulada por la falta de humedad. El resultado es un fenómeno visual impresionante: los ríos toman un tono marrón, como si en lugar de agua, fluyera chocolate caliente por los paisajes serranos. Por eso, con cariño y asombro, algunos lugareños los llaman "ríos de chocolate".
Este fenómeno no es exclusivo de Putla, pero tiene un valor muy especial. No se trata solo de un color curioso. Es una señal de vida, de esperanza. Es la forma en que la naturaleza anuncia su regresp. El agua turbia representa movimiento, fertilidad, energía. Es el agua limpia, que nutre, que renueva. En ella se mezclan los minerales de la tierra, las memorias del monte, las huellas de la temporada seca que llega a su fin.
Quienes hemos crecido en Putla sabemos que ver correr estos ríos por primera vez cada año es una experiencia que va más allá de lo visual. Es un momento de conexión profunda con la tierra, con las raíces. No falta quien, al escuchar desde casa el rugido lejano del agua bajando por las cañadas, salga con emoción hacia los puentes o caminos para observar el espectáculo. Algunos lo graban, otros simplemente se sientan en silencio, con los pies colgando sobre la corriente y agradecen. Es un regalo de la naturaleza que no todos pueden experimentar.
Pero los ríos no llegan solos. Con ellos, llega también el reverdecer de la tierra. Los cerros, que habían perdido color, se visten de verde intenso. Los campos de cultivo recuperan su vitalidad, los árboles sacan nuevos brotes y los insectos, aves y pequeños animales retoman su actividad con energía renovada. La lluvia no solo es agua: es la vida misma que vuelve a brotar en cada rincón del paisaje.
El ciclo agrícola comienza. Las manos campesinas, que esperaban con paciencia el retorno del agua, se preparan para sembrar y cosechar. Las milpas comienzan a crecer, los cafetales agradecen la humedad, y el monte huele a frescura. Todo en Putla se activa con ese primer aguacero.
Y mientras tanto, los ríos de chocolate siguen corriendo. Durante los primeros día, mantienen ese tono oscuro, espeso, casi mágico. Después, poco a poco, se aclaran, y el agua vuelve a su color natural, pero ahora con una caudal y corriente considerable. Pero para muchos, ese primer vistazo al río revivido es el más emocionante del año. Porque no solo trae agua, sino también memorias, historias compartidas, sinrisas de infancia y la sensación reconfortante de que, como cada año, la vida vuelve a empezar.
Así son los ríos de Putla Villa de Guerrero: no simples corrientes de agua, sino testigos de un renacer colectivo. Ríos que parecen de chocolate, y que saben a historia, a comunidad, a tierra viva.
¡ Cuidemos nuestros ríos !