No esperemos un solo día para celebrar a mamá

Se avecina el Día de las Madres y aquí les dejamos este texto reflexivo sobre ello.

5/7/20252 min read

No esperemos un solo día para celebrar a mamá

Se acerca el Día de las Madres, una de las fechas más emotivas del año. Las tiendas se llenan de flores, tarjetas, regalos, y en redes sociales comienzan a circular mensajes llenos de amor y gratitud hacia esa figura tan especial que es mamá. Es bonito ver cómo, al menos por un día, muchas personas se detienen en medio del ajetreo cotidiano para reconocer todo lo que las madres hacen por sus hijos y sus familias.

Pero también es importante detenernos a pensar: ¿por qué esperar hasta que el calendario nos lo recuerde para celebrar a nuestras madres?

La maternidad no descansa. No hay días libres ni vacaciones. Una madre está presente siempre, aun cuando no la veamos. Está cuando nos enfermamos, cuando tenemos miedo, cuando no sabemos qué decisión tomar. Está cuando reímos, cuando lloramos, cuando fracasamos y también cuando logramos algo. Su presencia no siempre es ruidosa, pero sí constante. Y eso es precisamente lo que hace que su amor sea tan especial: es un amor que no pide nada a cambio.

Celebrar a mamá no debería ser un evento de un solo día. Claro que es lindo regalarle flores o invitarla a comer en su día, pero el verdadero homenaje está en lo que hacemos el resto del año. En cómo la tratamos. En si valoramos su tiempo, su esfuerzo, sus palabras. En si la escuchamos, la cuidamos, la incluimos, la respetamos.

A veces, en la rutina diaria, olvidamos decirle “gracias”, olvidamos preguntarle cómo está, o simplemente darle un abrazo sin motivo. Pero esos pequeños gestos son los que realmente hacen la diferencia. A una madre no hay que impresionarla con regalos costosos, sino hacerle sentir que su amor es reconocido todos los días, incluso en los detalles más simples.

Y también es bueno recordar que el amor de madre no tiene edad. Aunque seamos adultos, aunque tengamos nuestras propias familias, mamá siempre será mamá. Siempre estará pendiente, siempre querrá lo mejor para nosotros, siempre será nuestro refugio más seguro.

Así que, en lugar de limitar la celebración a una fecha, hagamos del amor y el agradecimiento un hábito diario. Llamémosla sin razón. Ayudémosla sin que lo pida. Preguntémosle qué necesita. Dediquémosle tiempo. Porque un “te quiero” inesperado puede alegrarle el alma más que cualquier regalo envuelto con moño.

Este Día de las Madres, por supuesto, celébrala con todo tu corazón. Pero cuando pase el día, cuando las flores se marchiten y las tarjetas se guarden en un cajón, no olvides seguir demostrándole cuánto la amas. Porque una madre no merece solo un día… merece todos.